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Generalmente hay dos sistemas de calefacción en los edificios residenciales: central e individual. Las instalaciones de calefacción central, habituales en construcciones más antiguas, cuentan con un cuarto de calderas comunitario, desde donde se reparte el calor y el agua caliente sanitaria por igual a cada vivienda. La manera que tiene cada vecino de regular la temperatura de su hogar es manipular la llave de los radiadores; aun así, el gasto reflejado en su factura era, hasta ahora, el mismo que el de sus convecinos (ajustado a los metros cuadrados de su vivienda).

En los sistemas de calefacción individual, cada vivienda cuenta con una caldera, lo que permite que el consumo esté personalizado. Cada residente caldea su casa a la temperatura que desea, por lo que el importe de su factura será mayor o menor que el del resto. Así, si se ausenta de su casa por unas vacaciones de invierno, por ejemplo, y apaga la calefacción, no pagará lo mismo que si se queda en su domicilio, como sucedía con una calefacción central.

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Sin embargo, en la actualidad los sistemas de calefacción central permiten individualizar el consumo. Esto es así desde que entró en vigor el Real Decreto 736/2020, de 4 de agosto, que a ello obliga. El objetivo, según el Portal del Consumidor de la Comunidad de Madrid, es “fomentar la eficiencia energética de los edificios y el ahorro de energía de los hogares”. De acuerdo con el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro final para el conjunto de usuarios de una instalación con reparto individualizado está cerca del 30%.

CÓMO SE INDIVIDUALIZA EL CONSUMO DE CALEFACCIÓN CENTRAL

Contadores individuales

Es uno de los dos métodos para que el consumo se adapte a cada vecino y así promover el ahorro. Se trata de instalar en cada vivienda un dispositivo que contabiliza de forma bastante exacta la energía que consume cada usuario. El dato que arroja es el que se emplea directamente en la facturación o reparto de costes. Es posible instalarlo en viviendas con tuberías de distribución en anillo; es decir, donde cada vivienda cuenta con un circuito independiente que conecta todos los radiadores y, a la vez, se comunica con el sistema central.

Repartidores de costes

Existen viviendas en las que no es posible instalar contadores individuales, como aquellas que disponen de calefacción por columnas verticales. Como indica la normativa, “cuando el uso de contadores individuales no sea técnicamente viable, los titulares deberán instalar repartidores de costes de calefacción si ello resulta técnicamente viable y económicamente rentable”. En esos casos, la opción pasa por montar repartidores de costes sobre los radiadores.

Son dispositivos de fácil montaje que contabilizan la energía que emite cada radiador; dado que cada usuario cuenta con sus propios repartidores, es posible calcular y repartir proporcionalmente el gasto entre cada uno de ellos. Los repartidores de costes cuentan con dos sensores que miden la temperatura de la superficie del radiador y la de la habitación; se activan cuando la diferencia entre ambas es mayor de 4º C, cuando el radiador supera los 29º C y cuando la temperatura ambiente está por encima de 40º C, dato a tener en cuenta en zonas de mucho calor.

La lectura de los repartidores de costes se realiza por radiofrecuencia, lo que resulta muy cómodo ya que puede efectuarse en remoto, sin que el personal técnico deba acceder al piso para llevarla a cabo.

De acuerdo con el citado Real Decreto, ya desde 2022 como muy tarde (para edificios de la zona climática C y con menos de 20 viviendas; para otras zonas, incluso antes) en todos los edificios de España con calefacción central debió haberse instalado alguna de esas dos variantes. Siempre que no se demuestre que, por razones técnicas, el ahorro obtenido no compense la inversión.

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Los residentes en el edificio con calefacción central no pueden gestionar por su cuenta la instalación de contadores individuales o repartidores: es la comunidad de vecinos la encargada de pedir un presupuesto a una empresa especializada y aprobar la instalación. En todo caso, el ahorro estimado en relación con la inversión debe materializarse en un periodo no superior a cuatro años; de no ser así, la comunidad ha de presentar ante la Dirección General de Descarbonización y Transición Energética una declaración responsable sobre la falta de rentabilidad económica junto con el presupuesto recibido que lo pruebe, así como de un informe de la empresa de mantenimiento que certifique la inviabilidad.  

Una vez individualizado el equipo, la factura recoge dos tipos de gastos. Por un lado, una fracción dedicada a los gastos comunes de la instalación (entre un 25% y un 40%); un gasto fijo, ya que la caldera sigue siendo comunitaria. Por otro, el consumo personal que recogen los contadores individuales (el resto de la factura) a través de las horas de encendido de la calefacción y la potencia, lo que repercute en el volumen de energía que se consume.

Antes del 1 de enero de 2027 todos los sistemas de contabilización instalados deberán disponer de un servicio de lectura remota. Cada usuario recibe al menos cada dos meses la información detallada de la lectura de sus equipos, de forma gratuita; si la lectura se hace en remoto, recibirá dicha información mensualmente.