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¿Cuánto consume tu radiador eléctrico? Guía para ahorrar en tu factura
23 de diciembre 2024
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Con la llegada de los meses de frío es habitual preguntarse cómo calentar la casa sin que nos salga muy caro. Dos de cada tres hogares españoles cuentan con sistema de calefacción de gas, ya sea central, individual o no canalizado, según el Instituto Nacional de Estadística. En cambio, sólo un 14% dispone de radiadores eléctricos. Estos generalmente están implantados en espacios donde no se han llevado a cabo obras para la distribución de gas central o que por estar situados en zonas templadas no precisan de radiadores que emitan calor gran parte del día.
Este tipo de radiadores funciona a partir de corriente eléctrica: se enchufan a la red. Gracias a esa fuente, se calientan, conservan la energía térmica recibida y la reparten por la habitación. También se los conoce como emisores térmicos (https://www.iberdrola.es/blog/energia/emisores-termicos-calefaccion-ventajas). Como ocurre en el caso de los radiadores de gas, realizan bien su cometido: quien utiliza radiadores eléctricos no va a pasar frío. Pero ¿ahorrará en la factura?
TIPOS DE RADIADORES ELÉCTRICOS
Radiadores cerámicos: Los radiadores eléctricos pueden contener material cerámico donde se acumular el calor. Su desventaja es que tardan más en alcanzar la temperatura deseada y la ventaja es que conservan más tiempo el calor.
Radiadores fluidos: Por su interior circula un líquido el cual, una vez caliente, reparte el calor por la habitación; los de esta clase pueden mantener la temperatura unas cuatro horas y son aconsejables para viviendas de buen tamaño.
Radiadores eléctricos secos: Trabajan de una forma muy rápida —por lo que son recomendables en espacios que deben ser climatizados pronto—, aunque se enfrían igual de rápidamente.
Para elegir uno entre ellos hay que considerar factores como la superficie de la estancia, las horas de uso, la zona climática y el aislamiento de la vivienda.
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CONSUMO RADIADOR ELÉCTRICO
Como vemos, todos los radiadores eléctricos, sea cual sea su estructura, calientan, pero unos lo hacen más rápido y tienen mayor inercia térmica (el tiempo que mantienen el calor) que otros, lo que influye en su consumo. Otro aspecto que determina el gasto en electricidad es la potencia del radiador: cuanto mayor sea, más calor emitirá, por lo que los más potentes son especialmente indicados para espacios grandes; de lo contrario, estaremos haciendo un uso ineficiente de él.
Para acertar, y como regla general (sin tener en cuenta los condicionantes anteriores) suele decirse que se necesitan como mínimo 50 W por metro cuadrado de habitación; es decir, para una habitación de 20 metros cuadrados lo ideal sería contar con un radiador de 1.000 W. Partiendo de esa base, podemos calcular el consumo exacto de dicho radiador: puesto que su consumo por hora es de 1 kW, usarlo cinco horas al día durante todo el mes nos saldría, teniendo contratado el Plan Online de Iberdrola de 0,1199 euros/kWh, por 17,98 euros mensuales.
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Alguna fuente ha estimado el gasto anual de los radiadores eléctricos para calentar una vivienda de 90 metros cuadrados (es decir, varios radiadores) en 640 euros de media. Para saber si es mucho o poco, has de valorar que es más del doble que calentar la casa con una caldera de gas natural (256 euros al año) y menos que una caldera de gasóleo (778 euros al año).
En realidad, el consumo no viene determinado por el tipo de radiador (cerámico, fluido o seco), pues, aunque unos son más rápidos en calentar que otros, los más lentos pueden tener mayor inercia térmica. Pero el radiador eléctrico cerámico tiene la ventaja, frente a sus rivales, de que si se enciende en horarios valle (más baratos) y se apaga en los tramos punta (más caros), su rapidez puede permitirnos optar a un consumo menor y, por tanto, más barato. Siempre que nuestra vivienda encaje con las características para las que está diseñado.
MANTENIMIENTO RADIADOR ELÉCTRICO
Un buen uso del radiador eléctrico y un correcto mantenimiento harán que no tenga que trabajar más de la cuenta para calentar. Básicamente lo que hay que hacer es conservarlo limpio, para eliminar rastros de polvo y optimizar así su eficiencia. Dicha limpieza debe realizarse cuando está apagado; un trapo húmedo, con un poco de jabón, puede ser suficiente para la superficie, pero para acceder a las zonas más escondidas (que son las que acumulan suciedad), hay quien utiliza pequeños cepillos de limpieza o incluso un secador de pelo, cuya corriente de aire expulsará el polvo. Dado que no reciben líquido del exterior, como los radiadores de caldera de gas, no es necesario purgarlos.
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