- Energia
Qué es el carbono azul
28 de noviembre 2024
0 min de lectura
Getty
Aproximadamente el 45% de las emisiones de dióxido de carbono producto de la actividad humana permanece en la atmósfera, dando lugar al efecto invernadero y el cambio climático. El resto lo absorben de forma natural bosques y océanos. El carbono que capturan los bosques, otro 30%, es el “carbono verde”, mientras que el que secuestran (ese es el término técnico) los ecosistemas oceánicos, cerca del 25%, se denomina “carbono azul”.
Por tanto, ambos hábitats desempeñan una función crucial en la absorción de parte del carbono que emitimos a la atmósfera. A estos valiosos entornos se los conoce como “sumideros de carbono”.
Una de las principales maneras en que los océanos capturan y almacenan carbono es a través de las praderas marinas, los manglares, las marismas y las algas; es decir, los distintos tipos de vegetación costera y oceánica. A grandes rasgos, lo que hacen es, separar mediante la fotosíntesis el oxígeno (O2) del carbono (C), liberando el primero y secuestrando el segundo en forma de biomasa, una parte de la cual, al morir, se incorpora a los sedimentos, capturando el carbono durante millones de años.
Estos ecosistemas son escasos: cubren menos del 0,5% del fondo marino. Sin embargo, su potencial para almacenar carbono es enorme. Se estima que el carbono que almacenan puede representar más del 50% de todo el carbono enterrado en los sedimentos oceánicos (What is "Blue Carbon" and How Can It Tackle the Climate Crisis? | World Resources Institute (wri.org). Según un informe del IPCC, los océanos han capturado más del 60% del dióxido de carbono emitido por los seres humanos en los últimos 150 años. Según declaró en 2022 Ralph Chami, director asistente del Fondo Monetario Internacional, “las praderas marinas como ecosistema proporcionan servicios de captura de carbono por valor de 2,3 billones de dólares”.
Getty
Además, y en comparación con los bosques, la vegetación costera atrapa el carbono de una forma más rápida, por periodos más largos de tiempo (que pueden ser miles de años) y, proporcionalmente, en mayor cantidad. En concreto se estima que almacenan hasta 5 veces más carbono por área que los bosques tropicales y también lo absorben de la atmósfera aproximadamente 3 veces más rápido (What is "Blue Carbon" and How Can It Tackle the Climate Crisis? | World Resources Institute (wri.org). Los sedimentos vegetales subyacentes en los océanos pueden almacenar hasta 10 veces más carbono por unidad de superficie que los bosques terrestres.
Todo lo expuesto hasta ahora, que puede parecer halagüeño, no lo es tanto si pensamos que los hábitats marinos están desapareciendo a un ritmo del 2% al 7% al año. Están sucumbiendo debido, sobre todo, a la presión antropogénica y a los efectos del cambio climático como el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos.
De acuerdo con una publicación del Banco Mundial, “detener la destrucción y degradación de las praderas marinas en todo el mundo podría equivaler a un ahorro de hasta 650 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) al año, lo que corresponde aproximadamente a todas las emisiones anuales de la industria naviera mundial”.
CRÉDITOS DE CARBONO AZUL
Una de las iniciativas más interesantes para restaurar estos ecosistemas amenazados es a través de la compra de créditos de carbono, que representan reducciones o absorciones verificables de carbono conseguidas por proyectos. Son instrumentos transferibles que las empresas, los gobiernos y los individuos adquieren para compensar su huella de carbono (un crédito es un certificado canjeable que representa una tonelada de dióxido de carbono capturada o reducida en un proyecto y verificada por un tercero independiente). Y entre el amplio abanico de proyectos, muchos están enfocados a proteger y restaurar la vegetación oceánica para paliar las consecuencias negativas del cambio climático y aumentar su capacidad de almacenamiento durante décadas, monitoreando su captura de carbono.
Estos proyectos también tratan de aumentar su resiliencia ante fenómenos derivados del calentamiento global que perjudican estos entornos. Por ejemplo, el aumento del nivel del mar hace que a las plantas marinas les llegue menos luz solar, lo que merma su capacidad de absorción, o arrastra los sedimentos. Los fenómenos atmosféricos extremos, como las tormentas destructivas, pueden erosionar y dañar el ecosistema y, por tanto, acelerar la liberación del carbono almacenado.
Otro proceso, denominado “acidificación” –la acumulación de altas cantidades de CO2 en los océanos– puede alterar el pH de los cuerpos marinos y limitar la producción de carbonato de calcio, esencial para la formación de los corales marinos. Si no se toman medidas para proteger estos hábitats, la capacidad de absorción de carbono en los océanos irá disminuyendo en el futuro.
Getty
PROYECTOS DE CARBONO AZUL EN ESPAÑA
En España, la comunidad pionera en este tipo de proyectos ha sido Andalucía. Las costas andaluzas tienen un enorme potencial para la absorción de carbono, por lo que es un área en el que se están concentrando muchos esfuerzos en ese sentido. En la Ley 8/2018, de 8 de octubre, la Junta de Andalucía incluye en el apartado de proyectos de absorción de carbono aquellos de “restauración y conservación de masas forestales existentes, ecosistemas litorales, de dehesas y de monte mediterráneo, los de conservación o restauración de humedales, praderas de fanerógamas marinas u otros espacios de naturaleza análoga”.
Los proyectos de carbono azul deben seguir los mismos pasos que los forestales –demostrar, entre otras cosas, la cantidad de carbono que pueden absorber y su permanencia en el tiempo– para su validación. Las autoridades se están adaptando para acoger nuevos estándares que garanticen que estas iniciativas contribuyen realmente a preservar la vegetación marina. En julio de 2023 la Junta de Andalucía aprobó una nueva versión del estándar andaluz específico para proyectos de conservación y/o restauración de marismas de marea y praderas de fanerógamas marinas como proyectos de absorción de carbono.
Getty
En 2021, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) escogió las marismas milenarias de Cádiz para desarrollar el primer proyecto financiado por la Unión Europea para crear un mercado de carbono azul en la eurozona. Precisamente, la UICN ofrece un Manual para la creación de Proyectos de Carbono Azul en Europa y el Mediterráneo.
Por otra parte, la Junta de Andalucía creó el proyecto LIFE Blue Natura, que pretende impulsar las acciones que protejan los ecosistemas costeros de la bahía de Cádiz, las marismas del Odiel (Huelva) y el Parque Natural de Cabo de Gata/Níjar (Almería).
A nivel nacional, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITERD), en su borrador del Real Decreto 163/20141, por el que regula el Registro de Huella de Carbono, Compensación y Proyectos de Absorción prevé incluir los ecosistemas costeros como elegibles para el desarrollo de proyectos que generen créditos de carbono a nivel nacional. Estos proyectos estarán alineados con el marco europeo establecido por el Reglamento de Certificación de las Absorciones de Carbono2, que busca armonizar los sistemas de certificación en Europa para este tipo de proyectos.
En paralelo, existen una serie de estándares internacionales con metodologías de carbono azul ya operativas en muchos países y que podrían aplicarse en proyectos en España. De momento es una tipología relativamente nueva con pocos proyectos en marcha y de pequeña escala, pero existe mucho potencial para su crecimiento especialmente en el Mediterráneo. En esta línea destaca un proyecto piloto que Carbon2Nature (), empresa 100% de Iberdrola, está haciendo en la Comunidad Valenciana de restauración de fondo marino con praderas de posidonia.
En el ámbito internacional, la restauración de manglares se está consolidando como una tipología de proyectos de carbono azul con gran potencial. Un ejemplo, es el pequeño país centroamericano de Belice que se ha consolidado como óptimo banco de pruebas para la mejora de los ecosistemas costeros. Allí se han propuesto crear 12.000 hectáreas de zonas de protección de manglares y restaurar otras 4.000 hectáreas de manglares para 2030, y su evolución ha sido objeto de estudio por parte de la revista Nature, que halló en estas medidas no sólo beneficios medioambientales, sino también para la pesca, el turismo y la reducción de riesgos costeros.
En esta línea, Carbon2Nature, también está desarrollando diversos proyectos de restauración de manglares en Brasil y México, contribuyendo además de a la captura de carbono, a la mejora de la biodiversidad, la resiliencia climática y la economía local.
1 Disposición 3379 del BOE núm. 77 de 2014
2 Item9-Provisionalagreement-CFCR_2022-0394COD_EN.pdf (europa.eu)