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¿Es bueno apagar la caldera por la noche?

20 de enero 2025

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En las horas de sueño no usamos el agua caliente y bien arropados con manta o edredón no pasamos frío. ¿Por qué habría que mantener la caldera encendida?

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Ya sea para ahorrar, para prolongar su vida útil o para reducir las emisiones contaminantes, cualquiera se ha preguntado más de una vez si resulta eficiente apagar la caldera por la noche. Pero para dar respuesta a esta pregunta, hay que tener en cuenta algunos factores previos.

La caldera es el equipo que posibilita que tengamos agua caliente sanitaria y calefacción, de forma simultánea, en la vivienda. Es decir, contribuyen a hacer la estancia en nuestro domicilio mejor y más confortable. Pueden producir calor de diferentes maneras, lo que da lugar a varios tipos de calderas domésticas:

Las hay de gas natural, gasoil, eléctricas, de biomasa o incluso que funcionan con energía solar.

Por su funcionamiento, pueden clasificarse en:

  • Calderas de condensación: reutilizan el calor talente de los humos residuales de la combustión. Estas, a gas natural y mixtas —para el agua caliente y la calefacción— son las más usadas en España.
  • Estancas: toman el aire del exterior, donde también expulsan los humos.
  • De bajo NOx: reducen las emisiones de óxidos de nitrógeno.  
  • Modulantes: adaptan su potencia a las necesidades reales del espacio que calientan.

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Es razonable cuestionarse si apagarla o no: en determinadas situaciones no necesitamos ni agua caliente ni calefacción. Por ejemplo, cuando nos vamos un mes de vacaciones en verano y dejamos la casa cerrada. Tampoco resulta imprescindible contar con agua caliente por las noches, y puesto que en invierno estaremos bien arropados en la cama por mantas o edredones, no parece preciso tener encendida la calefacción. En tal caso, ¿por qué razón habría de estar funcionando la caldera?

Lo primero que hay que considerar es que, si apagamos la caldera por la noche, habremos de encenderla por la mañana. En cuanto la encendamos, podremos ducharnos con agua caliente, desde luego; pero si en esas primeras horas de la mañana refresca y queremos llevar nuestra vivienda a una temperatura cálida, llevará más tiempo conseguirlo, pues la caldera, que durante la noche se ha quedado fría, deberá recuperar su temperatura óptima antes de poder conducir el calor a los radiadores.

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Este proceso puede tener un efecto negativo sobre nuestro bienestar. No es agradable levantarse y llevar a cabo nuestras rutinas en casa ateridos de frío. Por otro lado, mientras la caldera está apagada en horario nocturno, su consumo es nulo. Pero la operación de “reiniciarse” por las mañanas, dado que exige mayor energía, se verá reflejada en la factura y es posible que, en última instancia, nos salga más cara (o no compense) la costumbre de apagarla y encenderla que mantenerla activa en las horas de sueño, aunque sea a una temperatura inferior.

Dicho de otro modo: si la temperatura del hogar ha bajado a 8º C grados, la caldera tendrá que realizar un esfuerzo extra para situarla de nuevo a los 18º C o 20º C que nos gusta. Ese trabajo añadido podría consumir la misma energía que dejar el termostato a 15º C toda la noche, por lo que el ahorro de dinero sería inexistente.

Asimismo, y como la casa va a enfriarse durante la noche, hemos de plantearnos si el aislamiento térmico de nuestra vivienda (aislamientos, dobles o triples acristalamientos, sellado de puertas y ventanas) es correcto. Porque de lo contrario, puede darse el caso de que incluso bien parapetados bajo la manta, pasemos frío. Y no sólo eso: a medida que el vapor de agua se condense en las paredes, estas podrían estropearse; y en noches extremadamente gélidas, las tuberías podrían congelarse, dando lugar a un problema mayor.

No menos importante es saber que la mayoría de calderas no están fabricadas para ser sometidas a constantes apagados y encendidos. Por tanto, cuando los llevamos a cabo, es probable que estemos exigiendo a los componentes una actividad más intensa de la habitual y tengamos más papeletas para que se averíe antes de tiempo o reduzcamos su vida útil.

En realidad, ni siquiera es necesario apagar la caldera cuando nos ausentamos unos días de casa. Si apagamos la calefacción, la caldera no trabajará. Y si sólo vamos a hacer una escapada invernal y no queremos encontrar la vivienda helada a nuestro regreso, es conveniente dejar programado el termostato a unos 15º C y no preocuparse de la caldera. En periodos de largas ausencias (unas prolongadas vacaciones de verano), apagar la caldera no tendrá ninguna consecuencia negativa.

En cualquier caso, existen otros métodos para reducir el consumo de gas de la caldera, aunque se basan, sobre todo, en el uso de calderas de programación inteligente, que dan la oportunidad de escoger los horarios de funcionamiento; los termostatos programables y las aplicaciones que permiten encender o apagar la calefacción a distancia; y disponer de un correcto aislamiento térmico del hogar, que se traduce en una temperatura más baja de la calefacción.

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