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Qué es la permacultura

12 de abril 2023

3 min de lectura

Implica abastecerse por completo (alimentos, agua, energía) siguiendo las normas que dicta la propia naturaleza, logrando un ecosistema sostenible que respete el medio ambiente y perdure en el tiempo. Así puede llevarse a la práctica.
Qué es la permacultura

¿Te imaginas poder ser autosuficiente en términos de abastecimiento de agua y alimentos, así como de suministro de energía y, al mismo tiempo, estar cuidando el medio ambiente? Es lo que postula la permacultura, un sistema de diseño que promueve el uso responsable de los recursos para lograr una vida sostenible.

El concepto permacultura no es nuevo, en realidad. Fue acuñado en la década de 1970 por dos ecologistas australianos, Bill Mollison y David Holmgren, que, frente a un panorama de destrucción de bosques y pastos, en el que los recursos naturales podrían llegar a ser insuficientes en un planeta superpoblado, abogaban por la idea de "permanencia". Esto es, por construir sistemas resistentes y sostenibles que satisfagan las necesidades del ser humano.

Uno de los padres del concepto, David Holmgren, definió permacultura como "paisajes diseñados conscientemente que imitan los patrones y las relaciones que se encuentran en la naturaleza, al tiempo que producen una gran cantidad de alimentos, agua y energía para satisfacer las necesidades locales".

El concepto de permacultura hoy engloba aspectos como la agricultura, la jardinería, la ganadería, la construcción y la provisión y almacenaje de agua y energía. En resumidas cuentas, trata de cómo las personas pueden satisfacer sus necesidades más primarias (comida, cobijo, calor, luz) por sí solas y respetando el entorno, de modo que el sistema se retroalimente y perdure en el tiempo.

un movimiento alternativo de agroecología

Algunos expertos, como Ferguson y Lovell, de la Universidad de Illinois, hablan de la permacultura como de "un movimiento alternativo de agroecología". En general, las definiciones de permacultura remarcan su estatus de sistema para el diseño de asentamientos humanos, con énfasis en paisajes productivos.

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

La permacultura busca cumplir tres objetivos: cuidar la tierra (conservar suelos, bosques y agua), cuidar a las personas (que pueden satisfacer sus necesidades básicas por este sistema) y repartir los excedentes (bien compartiéndolos de una manera justa, bien reciclándolos). Esto puede lograrse, sostienen los defensores de esta filosofía, a través de varios frentes.

HUERTOS CASEROS DE PERMACULTURA

Cultivar tus propias frutas y verduras es uno de los más importantes mandamientos (si no el que más) de la permacultura. Pero sembrar las plantas no es suficiente: hay que cuidarlas como lo hace la propia naturaleza. Así, los pesticidas químicos, los herbicidas y algunos fertilizantes quedan excluidos del proceso. En su lugar, se propone incorporar insectos beneficiosos que se encarguen de evitar plagas y, de paso, contribuyan a crear un equilibrio natural en el ecosistema del jardín.

Como es lógico, los insectos que previenen las plagas no aparecen de la noche a la mañana en tu huerto. Pero se pueden crear escenarios que los inviten. Por ejemplo, un suelo saludable, con un buen compost; eligiendo convenientemente qué plantas sembrar (cilantro, eneldo, perifollo, apio y zanahorias atraen más a estos bichitos salvadores); protegiendo los dientes de león, alimento favorito de los polinizadores... Y cuando hablamos de insectos beneficiosos, nos referimos a mariquitas, crisopas verdes, sírfidos, moscas taquínidas, escarabajos de tierra, avispas...

Otra técnica interesante para evitar plagas es el policultivo; es decir, cultivar las diferentes variedades (cebollas, lechugas y brócoli, pongamos por caso) en zonas diferentes del huerto para que, en caso de aparición de una plaga, no todas se vean afectadas. La mezcla de olores y colores, además, confunde a las plagas. Plantar árboles para que aniden pájaros -y situar algún recipiente con agua para que beban- también resulta aconsejable, pues los pájaros comen insectos, algunos de los buenos, pero también los malos.

HUERTOS CASEROS DE PERMACULTURA

ENERGÍAS RENOVABLES

Otro principio de la permacultura exige que la energía sea renovable, como en la naturaleza. Esto significa que la energía que generamos en casa hay que reciclarla y que la que proviene de fuera podamos capturarla y almacenarla. ¿Esto en qué se traduce? Pues en que hay que aprovechar el viento y el sol para generar electricidad, emplear las hojas caídas y los residuos de cocina para ser utilizados como mantillo o compost, regar con agua gris -la que nos sobra del grifo, la ducha... de cualquier parte excepto del retrete- los árboles, utilizar el estiércol animal como fertilizante o para producir biogás y el agua de lluvia almacenarlo en un lugar alto, de modo que la operación de bombearla cuesta abajo no requiera energía.

Los residuos del baño pueden convertirse en abono si tenemos instalado un baño seco: baños que cuentan con un depósito donde las heces, ayudadas de serrín y otros materiales (incluso del papel higiénico) fermentan y al cabo de un tiempo (unos seis meses) pueden utilizarse como abono.

En general, los sistemas de energía en un diseño de permacultura son de pequeña escala, a ser posible mínimos, pues de lo que se trata es de utilizar la menor energía posible, o dicho de otro modo, generar sistemas pasivos que requieran menos energía debido a su diseño. Esto se consigue incluso desde la construcción de la casa, que debe estar bien orientada al sol y disponer de luz natural para así reducir el consumo de calefacción, aire acondicionado o iluminación, a plantar árboles alrededor para que protejan del viento frío y den sombra en verano. La energía puede proceder de paneles solares o, si la localización lo permite, de molinos de viento.

la energía ha de ser renovable, como en la naturaleza

AGUA

Las lluvias deben aprovecharse para la obtención del más preciado bien: el agua. Como indica el portal Permacultura.org, "cosechar agua de lluvia debe ser nuestra primera opción antes del agua de la toma pública o de la construcción de un pozo, ya que estas no aseguran un abastecimiento a largo plazo. Las reservas de agua en el subsuelo son limitadas, y tenemos que explotarlas con medida y cuidado. Estamos afectando directamente a los mantos acuíferos, que tardan cientos de años en recargarse". Lograrlo requiere la construcción de zanjas y drenajes de desvío, charcas o estanques, terrazas y huertos de lluvia, y su posterior filtrado y tratamiento, siempre ecológico.

REALIDAD O UTOPÍA

¿Es viable esta tendencia? Expertos como M. J. Soto González, de la Universidad Pontificia Comillas, creen que sí: "La permacultura constituye a todas luces una solución innovadora que puede ayudar a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº2 respecto a la erradicación del hambre y al garantizar la seguridad alimentaria de manera sostenible, al alinear las dimensiones del desarrollo sostenible económica, social y ambiental, contribuyendo por ende, de manera transversal, a cumplimentar otros ODS para lograr el desarrollo sostenible".

Un ejemplo práctico lo tenemos en Detroit, en Estados Unidos. La ciudad del estado de Michigan vivió a principios del presente siglo un acentuado declive, con un deterioro de sus edificios, muchos de los cuales quedaron vacíos; los servicios básicos no llegaban a todos los habitantes. Sin embargo, la creación de muchos agrihoods (barrios agrícolas) basados en la permacultura (con huertos urbanos y mercados de productores) ha repoblado amplias zonas de la metrópoli y en buena medida revitalizado su economía.

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