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¿Qué es mejor vitrocerámica o inducción?

30 de agosto 2024

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A la hora de comprar una u otra conviene tener en cuenta distintos factores, como el precio, la limpieza, la seguridad, la rapidez de cocción y su consumo energético.


 


 

Son cómodas, económicas y fáciles de limpiar, por lo que las cocinas vitrocerámicas van ganando gradualmente terreno en los hogares españoles a las tradicionales de gas: según IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía), a día de hoy existen en nuestro país el mismo número de unidades de unas que de las otras (unos cinco millones). Aún son minoría las placas de inducción: hay una por cada cinco vitrocerámicas instaladas. Y si bien todas sirven para lo mismo, y cumplen perfectamente su cometido, a la hora de elegir conviene tener en cuenta las diferencias de funcionamiento y el distinto grado de consumo.

Las cocinas vitrocerámicas, que generalmente son eléctricas (aunque también las hay de gas), son sistemas de cocción que se componen de dos partes: un vidrio, sobre el que se sitúa el recipiente con el alimento que deseamos calentar, y una fuente de cocción, situada bajo el vidrio, que integra una resistencia eléctrica. Mediante un termostato, el usuario puede regular la temperatura de la resistencia y, por tanto, la velocidad e intensidad de la cocción.


 

QUÉ TENER EN CUENTA AL COMPRAR UNA PLACA DE INDUCCIÓN

Aunque se consideran una variante de las vitrocerámicas, las placas de inducción funcionan de forma bien distinta: generan un campo electromagnético que calienta el recipiente sin necesidad de calentar mucho la superficie de la cocina. Por este motivo, las placas de inducción deben usarse con recipientes específicos: han de contener un material ferromagnético en la base (no valen, por tanto, las cacerolas y sartenes de aluminio, cerámica o cobre). Eso sí, cuentan también con un termostato para seleccionar la temperatura exacta de cocción.


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Partiendo de esa destacada diferencia, hay varios aspectos que tener en cuenta a la hora de comprar una placa de inducción o una vitrocerámica: el precio, la facilidad de limpieza y su seguridad, la rapidez de cocción y su rendimiento en cuanto a consumo energético y eficiencia.

INDUCCIÓN O VITROCERÁMICA: PRECIO

Precisamente por sus dispares especificaciones técnicas, el precio de las placas de inducción y las vitrocerámicas varía sustancialmente. Las placas de inducción son más caras: un modelo con un mínimo de prestaciones y de marca reconocida suele costar por encima de los 500 euros y llegar a los 2.500. Cocinas vitrocerámicas de calidad pueden encontrarse desde 250 euros y generalmente las más avanzadas rondan los 1.500. Es decir, las placas de inducción requieren de una inversión inicial mayor.

INDUCCIÓN O VITROCERÁMICA: LIMPIEZA Y SEGURIDAD

En cuanto a la limpieza y conservación, no hay grandes diferencias entre ambos sistemas. Pasar un paño con un producto específico y emplear la rasqueta para eliminar restos que hayan podido salirse del recipiente suele ser suficiente. En lo que sí gana puntos a favor la placa de inducción es en lo tocante a la seguridad. La superficie de las vitrocerámicas alcanza entre 400 y 500º C, y tardan bastante en enfriarse después de que se hayan apagado; esto puede ser peligroso, pues una vez terminada la cocción y retirado el recipiente, a veces no nos acordamos de ese calor residual (o simplemente no sabemos que ahí acaba de cocinarse) y podemos sufrir quemaduras.

En la tecnología de inducción, las superficies apenas llegan a los 65º C (el cristal permanece templado) y se enfrían rápidamente. Eso redunda además en la limpieza, pues no hay que esperar un buen rato, como ocurre con las vitrocerámicas, para pasar el paño.

INDUCCIÓN O VITROCERÁMICA: VELOCIDAD DE COCCIÓN

Los tiempos de calentamiento de las placas de inducción son significativamente más rápidos que los de las vitrocerámicas. Esto se debe a la diferencia de respuesta de temperatura, entendida como el tiempo de respuesta y la sensibilidad del elemento quemador (la resistencia, en el caso de las vitros, o el campo magnético, en las de inducción) al ajuste de los controles. Este dato es importante, sobre todo, cuando hay que cocinar alimentos delicados evitando quemarlos o sobrecalentarlos, o simplemente preparar un guiso a fuego lento sin hervir.

Las placas de inducción ofrecen mejor respuesta de temperatura que las vitrocerámicas porque lo entregan directamente a las ollas o sartenes en vez de dejarlo en la superficie.

INDUCCIÓN O VITROCERÁMICA: EFICIENCIA

Como son más rápidas y envían el calor directamente al recipiente, las cocinas de inducción son más eficientes que las vitrocerámicas. En concreto, y según un análisis comparativo de 2020, utilizan hasta el 99% de la electricidad que generan para cocinar los alimentos, mientras que las vitros emplean sólo el 63%.

Según IDAE, las placas de inducción consumen un 20% menos de electricidad que las vitrocerámicas convencionales. El gobierno de Estados Unidos a través de su sello de eficiencia Energy Star, estima que las placas de inducción son entre un 5% y un 10% más eficientes.

No obstante, el gasto en la factura no varía mucho: las de inducción nos cuestan al año entre 38,66 euros y 40,38 euros (dependiendo de la marca) y las vitrocerámicas una media de 41,84 euros. Sin embargo, las placas de inducción que disponen de pantalla LCD y capacidades wi-fi suelen tener un consumo mayor en modo espera o stand by (si bien su coste no es muy elevado: unos 8 euros al año).

 

 

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