- Energia
Por qué hay que sustituir la caldera de gas por aerotermia
30 de octubre 2023
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En breve, las calderas de gas serán cosa del pasado. La Unión Europea, en su decisión por combatir el cambio climático, ha establecido el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 con respecto a los datos de 1990, y el consumo de energía en un 11,7% en relación con las previsiones que se hicieron en 2020.
Esto afecta a todos los sectores, pero especialmente a dos: el transporte (responsable de más del 30% del consumo de energía final) y los edificios (el 75 % del parque inmobiliario de la UE tiene un bajo rendimiento energético). De ahí, que la misma apuesta que se viene haciendo desde hace unos años por los vehículos eléctricos, en detrimento de los de motores gasolina o diésel, se traslade ahora a la climatización por aerotermia, mucho más eficiente que el gas, ya que este es un combustible fósil y la actividad de las calderas contamina el aire.
SUSTITUIR LAS CALDERAS DE GAS
El metano que despiden las calderas de gas sólo en Estados Unidos tiene un impacto climático comparable a las emisiones de dióxido de carbono de unos 500.000 automóviles propulsados por gasolina, según un estudio de 2022 de la Universidad de Standford. En la Unión Europea, la calefacción residencial representó el 18% del consumo de energía final en 2021.
Por otra parte, y según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la demanda de refrigeración y calefacción de las viviendas europeas fue responsable en 2022 de un incremento de 60Mt de CO2 asociado con la energía. Datos incompatibles con la necesidad de avanzar hacia la neutralidad de emisiones.
Esa es la razón por la que, desde las autoridades europeas, se insta a apostar por alternativas más limpias. Y entre ellas, cobra especial relevancia sustituir las calderas de gar por la aerotermia. Este sistema funciona a partir de dos elementos: una bomba de calor situada en el exterior de la vivienda, que, a través del ciclo termodinámico, transforma el aire en líquido; y un módulo hidráulico, ubicado en el interior, que enfría o calienta esa agua y genera calefacción en invierno, refrigeración en verano y agua caliente sanitaria todo el año.
A diferencia de las calderas de gas, los sistemas de bomba de calor son sostenibles y se consideran una forma de energía renovable, ya que aprovecha una fuente gratuita e inagotable como el aire. Se ha demostrado que las bombas de calor emiten un 70% menos de emisiones de CO2 que las calderas de gas y son cuatro veces más eficientes respecto a una caldera convencional. Además, eliminan problemas de olores, de combustión y de suministro. Permiten ahorrar en la factura, pues un 75% de la energía que extrae la aerotermia del aire es gratis.
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UNA TRANSFORMACIÓN URGENTE
Como ocurre con los vehículos, el cambio de las calderas tradicionales basadas en combustibles fósiles por sistemas eficientes no puede hacerse de la noche a la mañana. La Unión Europea, en una nueva directiva, ha marcado un plazo de dos años (hasta el 11 de octubre de 2025) para que los países miembros traspongan (incorporen a su legislación) las disposiciones de dicha directiva.
La normativa europea exige que en los edificios de organismos públicos se proceda a la sustitución de aparatos de calefacción y refrigeración antiguos e ineficientes por alternativas eficientes. La sustitución debe realizarse también en edificios en rehabilitación. Desde enero de 2026, los nuevos edificios ocupados o gestionados por autoridades públicas tendrán que ser edificios de cero emisiones y, desde enero de 2028, esta medida aplicará a todos los nuevos edificios. Ciertas industrias intensivas dispondrán de un margen más amplio, hasta el 31 de diciembre de 2030, para acometer el cambio.
UNA APUESTA POR UN AIRE LIMPIO
Las medidas suponen un desafío. Ciertamente, a día de hoy las bombas de calor son una opción en auge, En España casi 10 sistemas de climatización vendidos en 2022 por cada mil hogares españoles eran de aerotermia; en países nórdicos como Finlandia o Noruega, se despacharon más de 60 equipos por cada mil hogares, según la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA).
Esta progresiva implantación de bombas de calor -de las que, en 2022, se vendieron tres millones en Europa, esto es, un crecimiento del 39% con respecto a 2021- representa también una oportunidad para encaminarnos hacia un futuro más limpio. Según el EU Science Hub, reemplazar 30 millones del total de 86 millones de calderas residenciales de combustibles fósiles que hay actualmente en la Unión Europea por bombas de calor podría reducir el consumo de energía final de esos hogares en un 36% y sus emisiones de CO2 en un 28%.
Sustituir la caldera de gas por aerotermia o una bomba de calor implica, lógicamente, una inversión que repercute de forma favorable. Se estima que un equipo básico para una casa de 100 m2 que cuente con circuito de calefacción puede costar desde 8.000 euros.
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