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Olas de calor y energía limpia: ¿podremos vivir únicamente del sol ante los picos de consumo que se esperan en el futuro?
05 de octubre 2022
3 min de lectura
A pesar de sus bondades, por todos conocidas, las energías renovables, en especial la eólica y la solar, no son igual de eficientes si la temperatura es extrema. El calor intenso disminuye la eficiencia de los paneles y causa daños irreparables en la superficie colectora. La sequía mengua el cauce de los ríos y compromete la generación por hidroturbinas. Y las bolsas de aire caliente derivado de las altas temperaturas detienen el viento, comprometiendo el buen hacer de los molinos eólicos.
Sin embargo, aunque la contribución de las renovables a la red disminuye durante las olas de calor, no significa que no sean la gran esperanza energética y el vehículo natural hacia la descarbonización de la energía, que será verde o no será.
La tecnología para utilizar las fuerzas de la naturaleza para hacer el trabajo de abastecer las necesidades humanas es tan antigua como los primeros barcos a vela. El ser humano ha perdido su conexión con las fuentes renovables para hacer una revolución industrial basada en la energía concentrada encerrada en los combustibles fósiles. Al aumentar la demanda de electricidad, cuyo suministro dependía en gran medida de los combustibles fósiles, además de la energía hidráulica y, posteriormente, de la energía nuclear, nos hemos encontrado con unas emisiones de dióxido de carbono (CO2) que comprometen el clima en la tierra, con fenómenos como el calentamiento global.
Por ello resulta urgente regresar al sol, al viento, a los mares, para reencontrarnos con un planeta habitable. Sin embargo, una vez iniciado el fenómeno del cambio climático y sus episodios de calor extremo, las energías renovables no se comportan igual en una naturaleza desregulada. Empezando por la energía eólica, que es la más afectada, ya que el calor provoca que sople menos viento. En una ola de calor, el rendimiento de los aerogeneradores desciende hasta un 20% de su capacidad.
Calor y sobrecalor
Si nos centramos en la energía solar fotovoltaica debemos traer a la palestra una variable conocida como coeficiente térmico, que hace referencia a la pérdida de calor en los paneles fotovoltaicos. En días de elevadas temperaturas y enorme insolación, la generación de energía se ve comprometida, la radiación extrema llega a inutilizar los cristales y las instalaciones sufren peligro de averías irreparables.
Los paneles solares se prueban a 25°C y, por lo general, tienen un rango de temperatura de entre 15°C y 35°C. Las células solares -los dispositivos electrónicos que convierten la luz solar en electricidad y que se conectan entre sí para construir los paneles solares- producen energía solar de forma más eficiente dentro de este rango. Pero con calor extremo, los paneles solares pueden llegar alcanzar temperaturas de hasta 65°C, lo que afecta a la eficiencia de las células solares. No es de extrañar que los mejores rendimientos energéticos se produzcan en los días soleados y fríos de invierno, cuando los módulos reciben luz solar sin comprometer su estructura por una alta radiación que, además, hace imposible la disipación de calor del sistema.
¿HABRÁ UN FUTURO ENERGÉTICO VERDE?
Sin perder de vista que el calor afecta (y mucho) a nuestro consumo energético y que las temperaturas se elevan derivadas del cambio climático, conviene comprender nuestros sistemas de generación y hacer un uso racional de los mismos. Para combatir las altas temperaturas, la tendencia natural es encender el aire acondicionado a menor temperatura y durante más tiempo. Esto conlleva un aumento del consumo eléctrico y, por tanto, una mayor saturación de la red. Una red que, como ya hemos visto, decrece en su contribución de energía limpia al verse afectada por las altas temperaturas.
Lo que podría parecer el anuncio de un colapso del sistema debe llevarnos a un uso moderado. Recordemos que es aconsejable utilizar una combinación de aire acondicionado y ventiladores, asegurarse de que todas las ventanas y puertas de la casa estén bien cerradas y bajar las persianas durante las horas más calurosas del día.
Además, conviene recordar que una instalación apropiada garantiza un mejor suministro. El calor que alcanza nuestro tejado es uno de los factores que los instaladores de paneles solares tienen en cuenta a la hora de diseñar los sistemas. Además, se puede reducir el impacto de la radiación con un montaje de los paneles solares a unos centímetros por encima del tejado. Esto permite que el flujo de aire enfríe los paneles.
Además, el uso de paneles solares construidos con material reflectante de color claro también puede reducir la cantidad de calor que absorben. Ello hace que los componentes electrónicos trabajen en una zona de sombra detrás de los paneles, evitando el sobrecalentamiento.
No debemos olvidar los avances en la investigación de cara a la adaptación al clima, diseñando sistemas más resistentes a los efectos del cambio climático, como el aumento de las condiciones meteorológicas extremas. La industria de la energía solar ya está desarrollando innovaciones tecnológicas para que los paneles solares funcionen incluso en las condiciones más duras. Los investigadores están estudiando incluso cómo podrían funcionar los paneles solares por la noche. En un futuro cercano, y a pesar de las olas de calor, nuestro consumo eléctrico íntegro estará garantizado por fuentes de energía renovable.
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