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David Beckham se enchufa a los clásicos electrificados

18 de noviembre 2021

3 min de lectura

Lujo, estilo y sostenibilidad parecen ser las claves de un nuevo negocio en el mundo del automóvil: convertir vehículos clásicos en eléctricos.
David Beckham se enchufa a los clásicos electrificados

Coleccionismo y lujo. Sostenibilidad y elegancia no están reñidas. La última moda entre los más adinerados coleccionistas es transformar vehículos clásicos en eléctricos. Una que ha despertado el interés del mismísimo David Beckham, quien se ha metido como accionista de Lunaz, una de las principales empresas de Reino Unido que realizan este tipo de conversiones.

Lunaz transforma vehículos realmente exclusivos y emblemáticos con más de medio siglo de historia, como Rolls Royce, Bentley o Jaguar en eléctricos 100%. Una tendencia que se disparó cuando en 2018 el Príncipe Harry de Inglaterra y su flamante esposa Meghan Markle eligieron un Jaguar e-Type de 1962 convertido a eléctrico para su primer desplazamiento como marido y mujer. Aquel Jaguar E-Type denominado Concept Zero era un modelo único realizado por Jaguar, pero la repercusión fue tal que las solicitudes del clásico eléctrico se dispararon. Ante la avalancha de peticiones Jaguar decidió ofrecer la transformación a los propietarios de un E-Type original que lo solicitaran.

Jaguar E-Type denominado Concept Zero

Transformaciones reversibles

Aston Martin es otra de las marcas que ofrece la posibilidad de hacer eléctricos algunos de sus más preciados clásicos. La conversión siempre es reversible, es decir, el coche podría volver a montar su motor de gasolina original ya que no se altera la estructura del coche, algo muy importante para preservar el valor de un clásico.

Volkswagen también da esta posibilidad para su Beatle (el escarabajo) a partir del motor y el conjunto de baterías que se emplean en el e-Up! aunque el coste final de esta transformación en España, incluyendo la homologación, está alrededor de los 50.000 euros, algo que no pone los clásicos electrificados al alcance de cualquiera.

Precisamente, los modelos más icónicos de Volkswagen fueron los primeros en convertirse a eléctricos hace años en California, con una legislación mucho más permisiva que la europea a la hora de realizar cambios técnicos en los vehículos. Además de los "escarabajo", ya son habituales las míticas furgonetas T1 y T2 propulsadas por electricidad.

ASTON MARTIN DB6 1967

En Reino Unido, con una gran cultura del automóvil clásico, es donde se encuentran buena parte de los especialistas en dar una nueva vida con cero emisiones a los vehículos clásicos. La mencionada Lunaz es la que se ha embarcado en algunos de los proyectos más llamativos, como un Rolls Royce Phantom V de 1961, cuyo coste final, incluyendo la restauración completa del coche y su conversión a eléctrico fue de casi 400.000 euros.

Otras firmas como Everrati, también del Reino Unido, se han especializado en deportivos como los Porsche 911 o los Ford GT40, mientras que Electrogenics ha presentado un Citroën DS (el mítico "Tiburón") convertido en eléctrico.

En Alemania, RUF es especialista en incorporar tecnología moderna en clásicos Porsche y ahora también los hace eléctricos.

Plataforma compartida

La empresa californiana Zero Labs ha ido más lejos en su intención de abaratar costes de este tipo de transformaciones. En Estados Unidos gran parte de estas conversiones se realizan sobre vehículos todoterreno clásicos que, en su mayoría, tenían chasis independientes sobre los que se atornillaba la carrocería. Zero Labs ha desarrollado una plataforma eléctrica modular que permite adaptarse a la carrocería de muchos 4x4 clásicos, haciendo ajustes en la anchura de vías y la distancia ente ejes, pero siempre manteniendo el mismo motor y el conjunto de baterías. Esto permite que ese mismo chasis sirva, por ejemplo, para el mítico Ford Bronco de los años 60 o un Land Rover de esa misma época, mucho más largo.

Ford Bronco de los años 60

Su próximo objetivo es comercializar este sistema en Europa algo que permitiría abaratar considerablemente estos trabajos, ya que la base motriz estaría homologada para muchos vehículos.

Un negocio con futuro

Pero no solo los grandes deportivos y modelos de lujo se convierten en eléctricos, también otros clásicos más populares como el Mini, el Fiat 500 de primera generación e incluso el primer Fiat Panda ya tienen motores eléctricos. De los modelos italianos se encarga Garage Italia Custom, la empresa de Lapo Elkann, uno de los polémicos herederos del imperio FIAT.

La mayoría de estas conversiones ofrecen autonomías bastante sorprendentes que superan los 300 kilómetros sin ningún problema. La razón es que sus baterías tienen unos 50 o 60 kWh de capacidad, es decir, lo mismo que la mayoría de los modelos que actualmente se comercializan.

En España la empresa Little Electric Cars presentó en 2019 un SEAT 600 eléctrico con una autonomía máxima de unos 150 kilómetros y un precio de la transformación por encima de los 30.000 euros. Otras empresas españolas como eCoche y Elektrum Cars también han realizado algunas transformaciones de este tipo a partir de vehículos populares.

Mini eléctrico

Por toda Europa surgen nuevas empresas especializadas en estos de trabajos porque la legislación medioambiental actual y futura hará que muchos de estos vehículos que ya son parte de la historia del automóvil solo puedan admirarse en los museos. Convertirlos en eléctricos será la única manera de que podamos seguir viéndolos circular por las calles y carreteras, aunque de una forma distinta a las de su origen.

¿Por qué son tan caras estas transformaciones?

Uno de los aspectos que más encarece la conversión de un vehículo clásico a eléctrico, además del coste de las baterías, es la homologación, es decir, "legalizar" el coche. Cada trabajo de este tipo debe presentarse en un proyecto perfectamente documentado, firmado por un ingeniero e instalado por un taller autorizado que certifique que los trabajos se han realizado conforme a la ley y al proyecto original. Es un trámite complicado y caro, porque la legislación española es muy estricta con cualquier tipo de transformación que altere un vehículo, una de las razones por las que la moda del tuning acabó casi de forma radical.

Una transformación de este tipo conlleva una homologación del vehículo en su totalidad, lo que supone un elevado coste entre informes técnicos, inspecciones y gastos burocráticos. Una de las soluciones sería agrupar a varios interesados en transformar varias unidades de un mismo modelo. Otra posibilidad es realizar la homologación en países de la Unión Europea que no son tan estrictos en este aspecto y de esa forma obtener la "legalización" de nuestro clásico eléctrico por haberse realizado dentro de la UE. De momento, sigue siendo una posibilidad cara y al alcance solo de unos pocos.

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