- Sostenibilidad
Beneficios y desafíos de implementar la energía undimotriz
06 de noviembre 2023
3 min de lectura
Un 70% de la superficie del planeta está cubierta por agua. Constituye un recurso abundante y accesible, pero ¿plenamente aprovechado?
En lo que respecta a su capacidad para producir energía, el ser humano viene explorando sus posibilidades desde hace más de 100 años. Y la energía de mares y océanos proviene de dos fenómenos fundamentales: las mareas y las olas. Las primeras dan lugar a lo que se conoce como energía mareomotriz; las segundas, a la energía undimotriz (nombre derivado del término "unda", que significa "ola" en latín).
Aunque a simple vista pueda parecer que son fenómenos similares, en realidad, no lo son tanto. Las mareas se generan por el influjo de la luna, que atrae las masas de agua de la superficie terrestre que en ese momento está de cara al satélite; las mareas nunca dejarán de producirse y son, además, predecibles, por lo que suponen una fuente de energía segura e inagotable.
Las olas, en cambio, se forman por la acción del viento sobre la capa superficial del mar. La potencia del viento es variable. Puede arreciar con fuerza durante días y mantenerse en calma una larga temporada. Incluso en una misma jornada puede alterarse drásticamente. De ahí que la energía undimotriz, como la eólica, sea menos predecible que la basada en las mareas. Pero, como buena fuente natural -es decir, como la eólica, la solar, la geotérmica, la mareomotriz-, la energía undimotriz es limpia, renovable e ilimitada.
De ahí que en tiempos recientes se haya intensificado su estudio con objeto de convertir esa energía de las olas en electricidad. Algo de vital importancia debido, en primer lugar, a la creciente demanda de electricidad y, después, a la urgencia de empezar a descartar el uso de combustibles fósiles como fuente de energía ante el compromiso impuesto por Naciones Unidas de neutralizar de aquí a 2050 la emisión de gases de efecto invernadero.
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CÓMO SE TRANSFORMA LA ENERGÍA UNDIMOTRIZ EN ELECTRICIDAD
Cuando el viento azota el mar transfiere su energía al agua, que reacciona formando olas. La densidad de estas es muy alta, mucho más que la del viento, razón por la cual la energía undimotriz resulta tan interesante.
Varios factores determinan la potencia de las olas: su altura -por lo general, las olas grandes son más potentes-, la velocidad, su longitud de onda y la densidad del agua. Estos parámetros alcanzan sus mejores condiciones en zonas donde la profundidad del mar se sitúa entre 40 y 100 metros; es decir, en esas franjas no muy profundas (la profundidad media del océano es de 3.900 metros) que suelen estar relativamente cerca de la costa.
Todos estos condicionantes se tienen en cuenta a la hora de aprovechar la energía de las olas para transformarla en electricidad. A fin de que esto sea posible, es necesaria la instalación de convertidores específicos o WEC (Wave Energy Converters en inglés). Estas estructuras pueden instalarse pegadas a la costa, a modo de rompeolas; en aguas poco profundas, cerca de la tierra; o más alejadas de esta. También pueden estar ancladas en el fondo o ser flotantes.
Se han desarrollado hasta ahora varias tecnologías para transformar la energía de las olas en electricidad. La más común es la que divide el dispositivo en dos partes: una, comunicada con el mar, y otra, hermética, cargada de aire que se comprime por la energía cinética de las olas; ese aire comprimido se absorbe en forma de energía mecánica por turbinas que generan electricidad.
Pero también hay métodos que emplean motores hidráulicos o tubos de goma que se colocan en la superficie del mar y que, por efecto de la energía de las olas, sufren variaciones en su presión que permiten extraer dicha energía.
BENEFICIOS DE LA ENERGÍA UNDIMOTRIZ
La principal ventaja de la energía undimotriz es que no contamina. Es una fuente ecológica, sostenible, renovable, inagotable, ampliamente disponible, su impacto visual no es desmesurado y es bastante predecible, aunque no tanto como la energía mareomotriz. Como están construidas en el mar, las plantas convertidoras no ocupan espacio en tierra que podría estar destinado a la agricultura o reservado a hábitats naturales.
Es una energía que está repartida de forma homogénea en ambos hemisferios; los convertidores pueden instalarse en cualquier región del mundo que cumpla los requisitos para que la transformación en electricidad sea lo más eficaz posible. Por otra parte, su potencial es enorme, debido a la cantidad de energía cinética que albergan las olas y su densidad de potencia, de un promedio de 2-4 kW/m2, mucho mayor que las otras energías renovables, como la eólica y la solar.
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También implica beneficios económicos. Como señala un estudio realizado en Grecia en 2018, "el desarrollo de plantas de energía de las olas puede estimular el crecimiento del empleo localizado y mejorar el desarrollo regional", y asegura que una WEC puede proporcionar hasta 1.400 empleos directos. Esto, unido a la universalidad de este recurso, puede ser de gran ayuda para insuflar riqueza a regiones deprimidas.
Hay quien le encuentra, incluso, efectos positivos para el ocio y el turismo. "El agua protegida detrás de los convertidores de energía undimotriz se puede utilizar para deportes acuáticos como el buceo y el piragüismo", asevera un estudio de 2022 firmado por investigadores chinos.
Ciertamente, el hecho de que las WEC estén instaladas en entornos marinos puede tener algún impacto ambiental, menor, en cualquier caso, que otros tipos de centrales ya que las dedicadas a la energía de las olas no requieren la construcción de caminos de acceso. Las ubicadas en mar adentro quedan expuestas a los fenómenos marinos extremos que puedan producirse.
DESAFÍOS DE LA ENERGÍA UNDIMOTRIZ
En primer lugar, los actuales altos costes de producción explican que este recurso, en el que el ser humano lleva trabajando desde el siglo XIX para obtener electricidad, aún no haya podido explotarse plenamente. Aunque en lo que llevamos de siglo XXI se han hecho grandes avances y se han probado cientos de convertidores, es ahora cuando, por fin, parece que estamos en disposición de dar uso comercial a las plantas que transforman la energía undimotriz en electricidad.
Como indica un estudio de 2021, la energía de las olas concita desafíos técnicos y no técnicos: la dificultad de generar energía a partir de esta fuente, que es de baja frecuencia y gran fuerza, requiere estructuras complejas y caras. Instalarlas y mantenerlas en entornos marinos eleva los costes. Además, como la energía de las olas es tan distinta (en frecuencia, altura, espectro, etc.) dependiendo de la zona geográfica, cada planta debería ser distinta. Como indica dicho trabajo científico, "actualmente, la tecnología del WEC se caracteriza por una baja madurez, una gran incertidumbre y requiere un importante capital inicial".
Afortunadamente, los avances tecnológicos son cada vez mayores en este terreno, por lo que estamos en un momento crucial para dar el empujón definitivo a esta forma limpia de generar electricidad.