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Pintura aislante térmica: ¿qué es y para qué sirve?

23 de agosto 2024

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Es una opción para mejorar el aislamiento térmico de las casas en las que hay poco o ningún espacio para la cámara de aire.


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El color siempre ha jugado un lugar privilegiado en el aislamiento térmico. Modificando elementos visuales, como la pintura en las paredes y en los techos, es posible influir directamente en el ahorro de energía.

En Andalucía, por ejemplo, se adopta la estrategia de pintar las casas de blanco para prevenir la acumulación excesiva de calor, aprovechando la capacidad de este tono para reflejar la radiación solar. Mientras que, en algunas partes del norte de España, se eligen tonos oscuros, absorbentes de la energía, contribuyendo así a mantener el interior de las viviendas más cálido.

Al escoger los colores, podemos adaptarnos al clima local, mejorando la comodidad y reduciendo la necesidad de sistemas de climatización. Ello se traduce en un uso más eficiente de la energía. Y es en este contexto que surge la pintura aislante térmica como una solución más que ayuda a regular la transferencia de calor entre el interior y el exterior.

La composición puede variar, pero comúnmente están elaboradas de partículas reflectantes, como pigmentos cerámicos, aislantes térmicos como microesferas de vidrio, aditivos reflectantes, resinas (que pueden influir en la durabilidad), pigmentos convencionales para el color y, en algunos casos, disolventes.


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En los climas más cálidos, se recomienda una cobertura de color claro que ayude a disminuir las cargas térmicas en verano, explica el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Lo importante, en este sentido, es cuidar el entorno próximo a la vivienda para evitar sobrecargas térmicas y problemas de deslumbramiento sobre los edificios de alrededor.

Las pinturas térmicas aislantes de ningún modo tienen un uso meramente estético. Y son una opción a tener en cuenta cuando hay poco espacio o no existe, en una construcción, la cámara de aire: ese vacío que se encuentra deliberadamente ubicado entre dos superficies, como paredes o techos y que se emplea para proporcionar aislamiento térmico.
 
En esos casos la pintura aislante térmica puede proporcionar una mejora sin disparar los costes y sin pérdida de espacio, como sí ocurre con otros sistemas que técnicamente son mejores para aislar como el SATE, pero que exige un esfuerzo económico muy superior,  o el trasdosado, donde el esfuerzo económico es alto pero sin llegar al SATE, pero sin embargo implica una pérdida de espacio interior.


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​​​​​En España, la mayor parte de las viviendas edificadas entre 1960 y 2006 disponen en la fachada de una cámara de aire. Hasta la publicación de la primera normativa en el 79, las cámaras de aire solían estar completamente vacías. A partir de 1980, sí empiezan a presentar algo de aislamiento en la cámara, aunque muy insuficiente para los estándares de la normativa actual.

Una de las soluciones más prácticas, además de barata y efectiva, de mejorar el aislamiento es a través del aislamiento insuflado. Esta alternativa puede llevarse a cabo tanto en la parte exterior de la fachada como en el interior, sin la necesidad de andamios y sin requerir permisos de obras. Además, en un piso, la obra se puede completar en tan solo un día.

El aislamiento térmico insuflado consiste en introducir material aislante en cavidades estructurales como paredes o falsos techos, mediante pequeños orificios, llenando la cámara de manera uniforme y eliminando las corrientes de aire al mismo tiempo. Este método, que ha sido elogiado por su capacidad para llegar a rincones de difícil acceso y también proporcionar aislamiento acústico.

Su implementación junto con el de las pinturas aislantes térmicas están ganando peso en el mercado, debido al ahorro energético que proporcionan a los hogares españoles.

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